La Voz de Galicia recoge nuestro trabajo en Celanova.
En una zona ajardinada del cementerio parroquial de San Verísimo, en Celanova, comenzó la excavación arqueológica que tiene como fin encontrar los restos de siete personas que fueron fusiladas en las tapias del camposanto el 22 de septiembre de 1939, a las siete de la mañana. Los trabajos para descubrir la fosa común en la que se cree que están los cadáveres de esos siete soldados republicanos asturianos forman parte de la programación para este año dentro del Plan Cuatrienal de Memoria Histórica de Galicia, que se ejecuta en virtud de un convenio entre la Xunta y la Universidade de Santiago de Compostela (USC). También se harán exhumaciones en Lousame y A Capela.
Los siete asesinados en Celanova habían sido capturados por la tropa sublevada contra la República en el mar, pues se habían embarcado tras la caída de Gijón, explicó la historiadora Conchi López, que forma parte del Grupo Histagra (Historia Agraria e Política do Mundo Rural de la USC). El equipo que participa en esta excavación en Celanova es multidisciplinar y además de historiadores, hay arqueólogos y forenses y genetistas del Imelga y del Instituto Luis Concheiro.
Gustavo Hervella, que coordina los equipos, indicó que en el cementerio de Celanova estarán trabajando estas dos próximas dos semanas. Primero se hará una intervención arqueológica de retirada de las capas superiores de tierra manualmente hasta identificar la fosa excavada en planta, explicó el arqueólogo Julián Bustelo, del grupo Síncrisis.
Cuando llegue ese momento, se contará con la presencia del antropólogo forense Fernando Serrulla, del equipo Histagra y del Imelga, para que examine el contexto en el que aparezcan los huesos. El forense se desplazó hace unos meses a Asturias para tomar muestras de familiares de dos de los fusilados (Abelardo Suárez y Marcelino Fernández), con las que cotejar el ADN.
El Comité de Memoria Histórica da Comarca de Celanova comenzó a investigar esta fosa a finales del 2020 y realizó gestiones para localizar a familiares de los milicianos asturianos fusilados, a los que se rindió un homenaje en junio. Conchi López partió de esa documentación y tuvo acceso a las causas militares, que recogían que los siete habían sido capturados en el mar, habían sido juzgados en el campo de concentración de Camposancos, en A Guarda, y condenados a penas de muerte, para lo que fueron trasladados a la prisión central de Celanova, ubicada en el instituto.
El movimiento continuo de presos para desubicarlos fue constante tras la Guerra Civil, apuntó Hervella. En el Archivo Histórico de Ourense están los expedientes de estos reclusos, sus diligencias de ejecución y enterramiento, que recoge que fueron fusilados contra un muro del cementerio. «Eran personas normales, había un litógrafo, un pintor... se alistaron voluntariamente o fueron llamados a filas», apunta.